domingo, 20 de junio de 2010
It´s my life, not yours.
Los cereales se quedaban fríos sobre la mesa de la cocina, porque él no quería ni comer... ni beber, ni hacer nada. La cafetera silbaba, y las horas pasaban lentas, más lentas que las tortugas indias. Ahora sólo le interesaba volver al campo, campo de estrellas que imaginó la noche anterior, donde no existían ni las presiones ni el olor a agobio que se respiraba en aquella casa.
Su madre entró en la cocina. Sí, aún era Octubre. Y ella, y su pelo semigris, su ceño fruncido y sus dientes amarillos y picados. Ella le odiaba, odiaba a su hijo... ¿por qué? exactamente nadie lo sabe. Quizás es envidia, o ganas de que él desaparezca de su vida. Ella... era era una mala mujer.
-Hijo, o te comes todo o no sales de casa en dos meses.
-Sí, mamá -y bebió de golpe el vaso de leche.
-Mañana sacarás un diez en biología, ¿no?
-Por supuesto, mamá.
-Más te vale, si no... soy capaz de lo que sea. Ni se te ocurra sacar un nueve y medio o algo parecido.
-Tranquila, mamá.
-Friega la cocina.
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